Letter to Evan
Palabras clave:
Bill Evans, pìano, biografía, Peter Pettinger, libroResumen
Casi de forma automática se ha llamado a Bill Evans el poeta del Jazz. Sin ser desacertada la expresión, más cercano a la verdad hubiera sido recordarlo como el oráculo del Jazz. A Bill Evans (1929-1980) se llega siempre sin poder remediarlo, como si una fuerza desmedida abocara sin remedio a quien se acerca a los dominios del pianista: casi se pide permiso, porque se está ante la certeza de que algo insólito puede ocurrir en cualquier momento, una nota punzante, el recuerdo de los grandes, la nostalgia del absoluto, la proximidad de la niñez, el encuentro con el arte verdadero, siempre que uno forme parte de ese "quince por ciento que desea algo más y está dispuesto a conseguirlo", en palabras del propio Evans en el capítulo que aquí se publica. El título alude a una composición del pianista dedicada a su hijo, una forma de tenerle presente en cualquier concierto de la última y sufriente etapa sobre los escenarios. Un Evans que renuncia a dar forma escrita a sus ideas sobre la música, consciente de que le queda poco tiempo de vida pero, sobre todo, lúcido para captar los destellos que todavía podía brindarle el arte que él mismo atesoraba. Por eso es más que un poeta, es ese oráculo al que se le pide consejo y del que se sale más sabio. Un intercesor entre lo inefable y la finitud de los mortales, algo que bien ha sabido ver su biógrafo y valedor, el también pianista Peter Pettinger.