La voz en el momento presente
Herederos y renovadores
Palabras clave:
Jazz vocal, cantantesResumen
El presente artículo equivale, con pequeñas modificaciones, al último capítulo del libro Ellos y Ellas: las grandes voces del jazz, escrito en colaboración con Federico García Herraiz, y recién publicado por la editorial La Máscara, de Valencia. Aquí he ampliado algunos conceptos, pero respetando el tono general de un texto que no está dirigido a especialistas.
A finales de los años sesenta y principios de los ochenta, el jazz vocal se vio afectado por un retroceso en las ambiciones artísticas y una merma de inspiración similar a los padecidos contemporáneamente por la mayor parte del jazz instrumental. A diferencia de éste, sin embargo, la debilidad resultante del acoso de otros géneros se sintió antes y con más fuerza si cabe; los cantantes veteranos acusaban el paso del tiempo pero carecían de relevo previsible, y las generaciones intermedias se veían incapacitadas para mantener el tipo a la espera de savia joven y tiempos mejores. Los Manhattan Transfer, Joni Mitchell, Flora Purim, Al Jarreau y George Benson distorsionaron todo lo que hasta entonces significaba la inflexión jazzística en el canto. No hubo un Freddie Hubbard, un Joe Henderson, un Herbie Hancock o un Keith Jarrett entre los vocalistas, que incluso al aire de las modas pudieran preparar el camino de talentos futuros; los resistentes más tenaces vieron declinar sus carreras discográficas (Tony Bennett, Betty Carter, Abbey Lincoln), y en algunos casos tuvieron que acogerse a la hospitalidad europea (Sheila Jordan, Jeanne Lee).
Las páginas del presente artículo incluyen un encarte comercial para la venta de discos por correo.